DE LA BIOMEDICINA A LA INFOMEDICINA

José Félix Patiño Restrepo, MD, FACS (Hon)
Director Ejecutivo

Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades (Escuelas)
de Medicina,
Oficina de Recursos Educacionales
Presidente, Academia Nacional de Medicina de Colombia

 

La transición del siglo XIX al siglo XX se caracterizó por un gran desarrollo de las ciencias exactas, las "ciencias duras", o sean las matemáticas, la física y la química, lo cual llevó a una mejor concepción del universo y de su evolución.

Niels Bohr, físico danés, es autor de una teoría básica sobre la estructura del átomo. En 1922 recibió el Premio Nobel. Albert Einstein, físico alemán nacido en Ulm, nacionalizado en EUA, formuló la teoría general de la relatividad, con la cual revolucionó la física y nuestra concepción del espacio y del tiempo. Fue galardonado con el Premio Nobel en 1921. En la época actual, Stephen W. Hawking y Roger Penrose, físicos y matemáticos de las Universidades de Cambridge y Oxford, respectivamente, han hecho la más moderna formulación de la teoría sobre la naturaleza del espacio y el tiempo.

Tal desarrollo de las ciencias "duras" culminó, por una parte en el Proyecto Manhattan, la bomba atómica, y por otra en la Misión Apolo, que logró llevar a seres humanos a la luna.

Tan deslumbrantes avances científicos contrastaban, en la primera mitad del siglo XX, con lo que parecía ser un lento progreso de las ciencias biológicas, las cuales aparecían estancadas. En efecto, era poco lo que se había logrado desde Mendell, Darwin y Pasteur.

Pero a comienzos de la segunda mitad del siglo XX se logró dilucidar la estructura molecular del ADN por el norteamericano James D. Watson y el británico Francis Crick, el trascendental descubrimiento realizado en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge, que les valdría, junto con Maurice Wilkins, el Premio Nobel en 1962. La secuencia de sólo cuatro bases nucleotídicas en la estructura del ADN determinan la información contenida en el interior del gen. Rápidamente el descubrimiento generó el desarrollo de técnicas para el aislamiento y la fragmentación de genes, la clonación de genes enteros, la inducción de mutaciones específicas y la inserción de secuencias génicas en células bacterianas para otorgarles la capacidad de sintetizar productos biológicamente activos, como la insulina, el interferón y muchos otros.

Tan prodigioso avance de la biotecnología a partir del descubrimiento de Watson y Crick, ha sido justamente denominado "El Octavo Día de la Creación" por Horace Freeland Judson en su libro sobre los gestores de la revolución biológica de la segunda mitad del siglo XX.

El rápido avance de la biología a partir del descubrimiento de la estructura del ADN llevó a la creación de una nueva ciencia, la biología molecular, la cual representa, realmente, una nueva y profunda comprensión de las bases de la vida misma y de los mecanismos de la enfermedad. Ello significa una revolución biomolecular, la cual habría de habría de ejercer un efecto sobre la estructura de la medicina más profundo que el de la revolución industrial sobre la estructura de la sociedad (Lowenstein 1997). La revolución biomolecualr se tradujo en una correspondiente revolución en la medicina, que pasó entonces de ser un arte para convertirse en una verdadera ciencia, "la más joven de las ciencias" en palabras de Lewis Thomas, y se creó un verdadero paradigma, el de la biomedicina, que ha dominado el último cuarto del siglo XX.

En su obra publicada en 1987, "La Segunda Revolución Médica, de la Biomedicina a la Infomedicina", Laurence Foss y Kenneth Rothenberg plantean una segunda revolución médica en términos de una consideración teórica y filosófica que crea el puente entre los fundamentos de la biomedicina y los de la infomedicina.

La percepción cibernética de Moss y Rothenberg de la persona humana como un sistema organizado, la aplicación de la teoría de los sistemas y su visión de los niveles de organización, o sea de complejidad, que determinan no sólo la estructura y función del cuerpo sino también su estado de bienestar o de enfermedad, los llevan a su trascendental y bien construido planteamiento. La transición de la concepción biomédica de nuestra ciencia a una concepción infomédica significa un cambio paradigmático, una variación de una estrategia de ingeniería biológica a una estrategia claramente cibernética, de un modelo de ingeniería celular a un modelo de comunicaciones, a un modelo informático.

El arrollador avance de las comunicaciones, un fenómeno característico del siglo XX, han hecho que nuestra época sea llamada la era de las comunicaciones. Gracias a ello se ha producido un acervo de información, la cual cada día es de más fácil acceso y ágil transmisión. Por ello es justo llamar la era actual la era de la información o era de la informática.

La teoría de la información se deriva de los planteamientos hechos en 1939 por Claude Shannon sobre teoría matemática de la comunicación.

Se denomina informática a la técnica -algunos consideran que ya es una ciencia- que trata de la información, y más específicamente de la sistematización (medios automatizados) de la información. Y de los medios automatizados el computador es el paradigma.

En medicina es particularmente notoria y tiene especial pertinencia la revolución de la información, puesto que el ejercicio de la profesión médica no es sino un ejercicio en el manejo de la información, y un servicio de salud es, en esencia, un sistema de información.

La aplicación y la forma de aplicar el conocimiento médico sistematizado tienen impacto directo sobre el diseño y la operación de cualquier sistema de salud.

La informática, o sea la ciencia y la tecnología del manejo de la información, con su avance acelerado presenta para la ciencia biomédica un nuevo y esplendoroso panorama, que da una dimensión y un significado adicionales al planteamiento de Foss y Rothenberg hecho en 1987 sobre la Segunda Revolución Médica, la de la biomedicina a la infomedicina. Para estos autores la información es entendida en su sentido etimológico, como un agente activo, como algo que informa al mundo material.

Cibernética antes de la mitad del siglo se refería a los mecanismos de alimentación y retroalimentación de los seres vivos. Más recientemente el término cibernética se refirió a los sistemas de alimentación y retroalimentación de las máquinas, incluyendo el computador y los órganos artificiales.

Cibernética se refiere, según la Enciclopedia Británica, a la teoría del control aplicada a los sistemas complejos.

El computador se ha convertido en un componente esencial del diario devenir: afecta todas las actividades de la vida moderna, incluyendo la ciencia, el trabajo, la salud, la educación, las finanzas, el transporte, el entretenimiento.

En cuanto a la aceptación universal del computador, se ha comparado la situación a la de la humanidad de hace casi 100 años, cuando apareció el automóvil. En un principio se lo consideró como una máquina exótica, compleja y lenta, tal vez con un potencial para el futuro. Hoy la humanidad acepta el computador y lo incorpora a su vida en forma tan universal como lo hace con el automóvil. Es un ente ubicuo en la sociedad actual.

Así como el automóvil es un amplificador de la capacidad de locomoción del hombre, el computador es un poderoso amplificador de su capacidad intelectual, pero también de su cultura y humanismo, por cuanto posee un potencial casi ilimitado para almacenar información, en multimedia (texto, sonido, animación, vídeo), que la hace fácilmente asequible en tiempo real y sin límites de espacio ni distancia.

Tal como el ciudadano del siglo XVIII, el de la era de la razón, tendría gran dificultad en prever el cambio del mundo inducido por la electricidad, las telecomunicaciones, el transporte en jet y la biotecnología, los que vivimos a finales del siglo XX también encontramos difícil asimilar el impacto de la gran fuerza evolucionaria que está remodelando nuestro mundo: la fusión del computador con la tecnología de las comunicaciones, lo cual era apenas un sueño en 1991 y hoy es ya una plena realidad (Editors 1995).

El computador personal se constituyó en un elemento omnipresente en nuestra vida diaria; se construyen "edificios inteligentes", y las nuevas oficinas y residencias tienen pantallas electrónicas incorporadas a las paredes. La ubicuidad del computador multimedia como instrumento sin par para el manejo de las comunicaciones es una característica definida de nuestra época de fines del siglo XX (Weiser 1995).

Como lo expresa M. Alonso (1996), uno de los más importantes componentes de la revolución de la informática, lo que él denomina infotec, es el computador personal, una combinación única de transistores (hardware) y de instrucciones lógicas (software) que ha penetrado oficinas, laboratorios, hospitales, negocios, industrias, escuelas y hogares. Pero la revolución de la infotec no ha sido posible por los computadores en forma aislada, sino por su intercomunicación para constituir redes con la capacidad para intercambiar información (Alonso 1996).

La inteligencia artificial (IA) es un nuevo campo de amplia perspectiva en la cencia moderna. El punto de partida de la IA generalmente se lo asocia con una pequeña conferencia celebrada en Darmouth College con el auspicio de la Fundación Rockefeller, The Darmouth Summer Research Project on Artificial Intelligence, en el verano de 1956 (Crevier 1996; McCorduck 1991), propuesta por John McCarthy, Marvin Minsky, Claude Shanon y Nathaniel Rochester. Participaron diez personajes importantes, provenientes de diversas disciplinas, en el reparto de este drama llamado Inteligencia Artificial (Crevier 1996; McCorduck 1991). Minsky, McCarthy y Edward Feigenbaum anunciaron confiadamente el advenimiento de la era de las máquinas que piensan, y pronosticaron su rápido desarrollo, en no más de 20 años. Hoy reconocemos tal predicción cronológica como algo ingenuo (Freedman 1994). Según Crevier (1996) y Ganascia (1994), fue John McCarthy quien propuso crear una nueva disciplina a la que se denominaría inteligencia artificial y que apuntaría a reproducir comportamientos inteligentes con ayuda de una máquina.

¿Qué se entiende por IA, y como se la define? Maureen Caudill en su libro In Our Own Image ofrece algunas definiciones adecuadas: "La IA puede ser definida como el esfuerzo por reproducir el comportamiento del ser humano a través de procesos (aquí se podría añadir de inferencia) secuenciales sucesivos. La IA busca maneras de hacer a los computadores más inteligentes en su comportamiento aprovechando su capacidad deliberada y secuencial de ejecución de procesos a fin de simular el proceso secuencial del razonamiento lógico." Daniel Crevier (1996) de la Universidad de Quebec ha publicado una monografía que es al mismo tiempo una historia intelectual y un relato sorbe el desarrollo de la inteligencia artificial, que es también un proceso lento pero constante de adquisición de conocimiento acerca del medio en que los humanos piensan.

Caudill expresa que "definir la IA es difícil, por cuanto son muchas las aplicaciones que cubre la sombrilla de la IA. Sin embargo, una manera de describir la IA es a través de los problemas que intente resolver. Existen dos categorías de problemas en lo referente a IA: asuntos fundamentales y aplicaciones finales."

Como lo afirma Crevier (1996), muchos de los que se dedican a la IA aceptan la definición que de ella dio Minsky, del MIT: "La IA es la ciencia de construir máquinas para que hagan cosas que, si las hicieran los hombres, requerirían inteligencia."

La lista de aplicaciones de la IA incluye asuntos tales como robótica, comprensión del lenguaje natural (comprensión del significado más allá del idioma coloquial), comprensión correcta del idioma (comprensión correcta de los sonidos como una secuencia de palabras y frases), visión, aprendizaje mecánico, planeación de la resolución de problemas generales y una variedad de asuntos similares (Caudill 1992).

La medicina basada en la evidencia se constituye en un nuevo paradigma de la medicina contemporánea. En efecto, los tremendos avances en las comunicaciones y la informática han facilitado el acceso a la evidencia derivada de la investigación científica, y comienza a surgir una nueva epistemología, la epistemología científica como el nuevo paradigma en el área del conocimiento médico (Marshall 1997).

En un reciente comentario editorial, J.T. Harrington, decano de la Facultad de Medicina de Tufts (1997), se refiere al creciente énfasis en el concepto de medicina basada en la evidencia, para significar que la toma de decisiones debe estar fundamentada en datos e información cuya veracidad y exactitud estén científicamente comprobados, lo cual se debe interpretar como derivados de estudios clínicos prospectivos y doble ciegos. O sea, que el médico debe basar sus decisiones en evidencia, que es lo primario, y no en cosas secundarias tales como anécdotas, reportes de casos, el reclamo de "que siempre lo he hecho de esta manera" o la opinión del experto. Es claro que el acceso a la evidencia científica se convierte en amenaza para la autoridad profesional de los especialistas expertos, o sea de aquellos considerados como los sabios en medicina. Y, también, la evidencia emanada de la investigación se utiliza para desafiar o poner en duda la autoridad del médico, o para exigir excelencia y accountability, tal como lo plantea M.L. Millenson (1997) al acusar las prácticas médicas, que, según el autor, hasta ocho de cada diez no tienen validez científica.

Referencias bibliográficas

  1. Aguilló Lobet J. Innovación en microelectrónica. Innov Ciencia (Bogotá) V(1) :22, 1996.
  2. Alonso M (Editor). Organization and Change in Complex Systems. Paragon House. New York, 1990.Alonso M. Infotech : boom or curse ? The World, ay 1996, page 180.
  3. Alonso M. Revolución de la información y armonía mundial. Innov Ciencia (Bogotá) V(1) :132, 1996.
  4. Caudill M. In Our Own Image. Building an Artificial Person. Oxford University Press. New York/Oxford, 1992.
  5. Crevier D. Inteligencia Artificial. Acento Editorial. Madrid, 1996.
  6. Foss L, Rothenberg K. The Second Medical Revolution. From Biomedicine to Infomedicine. New Science Library. Shambhala. Boston & London, 1987.
  7. Harrington JT. Primary things first. Acad Med. 72:938, 1997.
  8. Hawking SW, Penrose R. The nature of space and time. Sc Amer 275 (1):44, 1996.
  9. Lowenstein J. The Midnight Meal and Other Essays About Doctors, Patients, and Machines. Yale University Press. New Haven, 1997.
  10. Marshall T. Scientific knowledge: a new clinical epistemology? J Eval Clin Pract. 3:133, 1997.
  11. McCorduck P. Máquinas que Piensan. Una Incursión Personal en la Historia y las Perspectivas de la Inteligencia Artificial. Editorial Tecnos SA. Madrid, 19991 (esta es la versión en castellano de Machines Who Think. A Personal Inquiry Into the History and Prospects of Artficial Intelligence. WH Freeman and Co. New York/Oxford, 1979).
  12. Millenson ML. Demanding Medical Excellence. The University of Chicago Press. Chicago and London, 1997.
  13. Shannon CE. En: Shannon CE and W Weaver. The Mathematical Theory of Communication. 1949 (reprinted 1975).
  14.  

top